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jueves, 12 de enero de 2012

Recomendación: No me toques la cabeza


Colección: Alerta roja
Páginas: 190
PVP: 8.50
Edad: 12 a 16 años
Autor: Michael de Guzmán

El joven Sidney se encuentra emocionalmente en una situación desesperada:
divorciados sus padres, vive desiguales temporadas con Sid, su padre, y con
Meredith, su madre. La unión de ésta con el señor Devers y su hijo William,
supone para Sidney un mayor desamparo, pues no encuentra el afecto ni el
respeto necesarios. Sidney, con un malformación congénita de la cabeza (posee
una cabeza de desproporcionadas dimensiones), aprovecha una breve estancia
con su padre Sid para emprender su viaje solitario (una huida, mejor) que le
llevará desde Los Ángeles hasta Nueva York y Boston. Su viaje posee un
significado simbólico: es la protesta de quien está desesperado, la respuesta de
un joven inteligente que se ha sentido moneda de cambio entre sus padres.
Esta falta de afecto le ha llevado a hacer de la mentira un recurso para
sobrevivir, ha alimentado una personalidad compleja que le lleva en su viaje a
inventarse nombres e identidades diferentes con tal de no hablar de sí mismo y
de su dolor, una actitud que va agudizándose hasta conformar en él un
desinterés por su vida y por todo. En su itinerante deambular conocemos a
través de los ojos del protagonista una variada y variopinta galería de
personajes: la aventura de la bella Gladys que huye con la furgoneta de su
novio porque desea ser peluquera en Hollywood; la sabiduría del indio Moses
Longfellow, quien le aconseja que habrá de hacer su viaje solo y procurando
ser siempre él mismo; la bondad y fragilidad de la cantante Mona Llipp, con
quien se habría quedado y a quien recuerda con sincera ternura; la fingida e
interesada amistad del matrimonio Lilly e Hiram; la pandilla de jovenzuelos que
le golpean y roban en Nueva York; y los conductores que le ayudan a huir a
Boston... Con todo ellos entabla Sidney un diálogo necesario para conocer la
soledad y el desafecto que sufre el protagonista. Y casi por azar llega    a
Middleport, lugar donde vive su abuela Alice. Tras fríos diálogos, y una vez que
ésta ha citado en su casa a sus padres, Sidney vuelve a escaparse. Sólo pone
una condición para volver: no quiere ver a su padrastro Devers y desea
quedarse a vivir con su abuela Alice. Ambos aceptan. Sidney sólo necesita un
espacio nuevo y respeto.

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